miércoles, septiembre 06, 2006

Guau, Miau


Intento empezar esto ameno. Perros y gatos pueden llegar a quererse. Muchos los tienen en sus casas y es cotidiano verlos dormir juntos y jugar mordiéndose sin llegar a lastimarse dando las más tiernas muestras de inquilinismo. Sin embargo, son antónimos. En una prueba de analogías sería la opción más fácil.

Y es que tienen algunas costumbres totalmente opuestas. La mayoría de las veces los perros levantan la pata deseando jugar, mientras los gatos lo hacen en forma defensiva buscando golpear al otro, pudiendo siendo esto ser malinterpretado por ambos. Un caso similar ocurre con el movimiento de sus colas. Respecto a sus actitudes con los amos los perros son alegres, fieles y sometidos. Los gatos por el contrario manifiestan su indiferencia ante las cosas, son rencorosos y dan grandes muestras de orgullo. Lo interesante es que si sus caracteres logran entenderse después de un tiempo, pueden incluso mimetizar sus actitudes tomando uno la del otro y viceversa. (Un amigo mío que vivía con ambos, me contó una vez cómo su perro parecía escalar los objetos amontonados en un rincón de su casa y cómo su gato había dejado el arrullo y frotada de cuerpo en sus piernas por la movida de cola cuando solicitaba su pescado). Luego de ese período pueden empezar a entenderse y llevan una relación como cualquier pareja de amigos. Juegan y pelean, pero también comparten y se quitan la comida.

Los animales que quieran entender esta convivencia, bienvenidos.


Anexo Ficcional – No Ficcional

El Perrogato

El Perrogato fue uno de los primeros animales alternos que se crearon en base a la genética y que resultaron exitosos. Desde un inicio fue complicado de nombrar pues había pocas opciones pega, roto, peto, gape, razón por la cuál se quedó con el título de este artículo. Los científicos coincidieron en llamarlo Canis Catus o Felis Familiaris.

Luego de que en 1985 se creara la primera “Quimera” en los laboratorios de la Universidad de Cambridge (El Cabroveja), los experimentos continuaron. Los nuevos seres fueron obtenidos por la técnica llamada “agregación embrional” que consistía en fundir mecánicamente embriones de los animales escogidos, implantando luego este agregado en el útero de la hembra. Los animales que surgieron tales como el Cabroveja y el Cerdorratón presentaban características muy generalizadas.

El Perrogato surgió debido a la gran demanda de personas disconformes con sus mascotas, ya que no todos los perros son educados (su inodoro es cualquier sitio) y no todos los gatos son fieles desinteresados (la conveniencia se hace más notoria cuando solo se acercan para pedir caricias o comida).
La mascota perfecta debía tener algo de ambos y sus características debían estar más especializadas. Por esta razón la agregación embrional fue rápidamente sustituida por la manipulación directa del ADN. Los primeros intentos fracasaron pues la información respecto a la estructura del genoma seguía siendo escasa. Cualquier inserción debía realizarse con un conocimiento exacto del gen que se iba a reemplazar y de las relaciones estructurales entre el nicho genético y el genoma en conjunto, o se corría el riesgo de neutralizar genes básicos para el crecimiento o tal vez algo peor, la muerte del embrión. Con paciencia y mucho estudio una vez superado este problema nació el Perrogato que hoy todos conocemos.

El comercio no fue inmediato debido a las protestas de los gremios conservadores, pero se hizo público por el peso de la gran proliferación clandestina de estas mascotas. Poco a poco fueron apareciendo personas más felices en los parques, con animales que se lamían el cuerpo para bañarse y que devolvían la pelota cuando se les lanzaba. Todo en uno solo.